La empatía nos ayuda a detectar y entender las necesidades de los demás y ayudarles en lo que necesitan. Pero ¿qué pasa cuando mezclamos empatía con falta de asertividad propia (no saber poner nuestros límites) o cuando vamos más allá y nos contagiamos de las emociones de nuestro entorno?
Es importante buscar qué actividades nos gustan o estimulan y qué objetivos queremos conseguir. A través de una planificación y sistema de refuerzos nos fijamos a dónde queremos llegar y nos vamos reforzando en los pasos que nos acerquen a esos objetivos.
En ocasiones nuestros objetivos son a largo plazo (como una oposición, acabar una carrera, un ascenso...) por ello es importante tener presente por qué queremos conseguir ese objetivo, frases que nos animen por conseguirlo y refuerzos al conseguir a los objetivos a corto y medio plazo que nos acercan a nuestra meta.
La función de la tristeza es el ahorro de energía y favorecer que las personas de nuestro entorno se den cuenta que estamos mal para podernos ayudar. La tristeza surge cuando hemos invertido mucho esfuerzo e ilusiones en un proyecto (trabajo, estudios) o plan (como una pareja, un amigo) y no hemos obtenido lo que queríamos. Esa falta de ganas y energía de hacer cosas es lo que llamamos apatía.
¿Cuántas veces te has dicho seré feliz cuando consiga…cuando tenga…?
Cuando tenga 18 años, cuando conduzca o tenga coche, cuando trabaje, cuando tenga casa, cuando tenga pareja, cuando tenga una casa mejor, cuando tenga hijos...
¿Qué necesitas tu para ser feliz?
¿Conoces nuestras emociones y su función?
A continuación vamos a poner caras de distintes emociones. Trata de identificar a qué emoción pertenecen y para qué sirven.