EMPATIA ¿Cara y cruz?
La empatía nos ayuda a detectar y entender las necesidades de los demás y ayudarles en lo que necesitan. Pero ¿qué pasa cuando mezclamos empatía con falta de asertividad propia (no saber poner nuestros límites) o cuando vamos más allá y nos contagiamos de las emociones de nuestro entorno?
En muchas ocasiones las personas con gran capacidad empática, entienden tanto la postura de los demás, y tratan de ayudarles, que se olvidan de tener en cuenta su propia postura y acaban cediendo ante las peticiones ajenas. Si una persona entiende que para su amigo, por ejemplo, es muy importante que le haga un favor o realizar un determinado plan, aunque no le apetezca puede acabar cediendo. El problema no es ceder ocasionalmente, el problema se convierte cuando siempre se anteponen las necesidades de los demás sobre las propias y se cede ante ellas. ¿Cómo se puede resolver? Por un lado hay que potenciar la capacidad asertiva… Se puede buscar un equilibrio o una solución intermedia, haciendo entender que comprendemos a la otra persona pero explicando nuestras preferencias para que sean tenidas por igual en cuenta. Para esto es fundamental ser empáticos con nosotros mismos, es decir, escucharnos a nosotros y tener nuestro punto de vista en cuenta como tendríamos en cuenta otros puntos de vista.
En el segundo caso que planteaba…cuando se tiende a la simpatía. A diferencia de la empatía, que es comprender los sentimientos del otro, la simpatía es sentir las emociones del otro. No necesariamente lleva a su comprensión. Lo más problemático de la simpatía es que nos vemos inmersos en la emocionalidad de la otra persona. Sentir lo que siente la otra persona nos puede ayudar para ponernos en su lugar y comprenderlo, pero una vez hecho, hemos de distanciarnos y dejar de vivir bajo su emocionalidad. No vamos a poder ayudar a una persona si nos incluimos en su tornado emocional. Si yo voy a ayudar a una amiga que está depresiva y al hablar con ella acabo con el mismo grado de depresión no voy a poderla ayudar a salir de ese estado, y además me estaré perjudicando a mí mismo/a.
Por tanto, la empatía nos aporta muy buenas cualidades pero tenemos que aprender a llevarla con asertividad y sin implicarnos hasta el punto de sufrir nosotros por los problemas y sentimientos de los demás.