No poder mostrarse nunca cómo se es, o expresar tus opiniones por miedo a una valoración negativa o rechazo, provoca que sigamos sin hacerlo y que la creencia se haga más fuerte que nuestro verdadero yo no gustaría y no sería aceptado. Tampoco podremos conseguir relaciones sinceras basadas en el respeto mutuo al no vernos en igualdad con la otra persona y en confianza de podernos mostrar tal y como somos.

Cuando nunca se indican nuestras preferencias y gustos, no estaremos realmente haciendo y cumpliendo aquello que nos gusta más, todo se sacrifica por ser aceptado, pero nunca nos sentimos realizados y plenos.

No desarrollar habilidades sociales ni ser capaz de poner nuestros límites fomenta que se sigan sin desarrollar dichas capacidades y el problema siga creciendo.

Los malos resultados laborales y/o académicos vuelven a justificar que no somos válidos, sin ser conscientes que la presión por la falta de confianza en nosotros está jugando un papel importante.

Todo lo anterior puede contribuir a afectar a nuestro estado de ánimo, ansiedad y preocupación. Comportamiento pasivo-agresivo, no decimos nada hasta que “explotamos” no tenemos término medio, no sabemos modular y encontrar un equilibrio para expresar nuestras opiniones y emociones.