Es la capacidad de tolerar situaciones futuras de las que no sabemos cómo sucederán.

¿Qué relación tiene con nuestra felicidad y nuestras metas?

Si dejamos que nos invada la preocupación de situaciones futuras, y nos preparamos para todos los escenarios posibles agotaremos energía en batallas que no solo no han pasado aún, sino que puede que nunca fueran a pasar o no con tanta gravedad. En muchas ocasiones además nos ponemos en lo peor: "Si me echan del trabajo y no encuentro nada más, si tengo una enfermedad mortal, si nunca voy a conseguir superarlo… " Todo ello nos hace perder la objetividad del problema actual y con ello la energía para afrontarlo de una forma más eficaz, sin olvidar que no estamos disfrutando de nuestro presente por miedos e incertidumbres de sucesos que pasarán, o no, en el futuro y desconociendo con qué gravedad.

La clave es identificar qué nos preocupa y ocuparnos de ello en la medida que esté en nuestras manos. Orientar las fuerzas a lo que sí podemos hacer en este momento y dejar el resto a actuar cuando tengamos más datos sobre si existe una amenaza real y sus características.

Parece simplista el ¿si tu problema tiene solución por qué te preocupas? y si no lo tiene ¿por qué te preocupas?, pero en realidad en muchos de nuestros problemas hay una parte que está en nuestras manos ocuparnos, y otra, como todo en la vida, que depende de factores que no dependen de nosotros o que se irán viendo según avance el tiempo.

No sabemos qué va a pasar, pero sí sabemos que si dejamos que la incertidumbre nos invada nos bloqueará, no veremos las soluciones o caminos para mejorar y salir de esa situación y estamos perdiendo nuestro momento presente.